Aunque pueden coexistir en la misma persona, existen claras diferencias entre emprendedores, líderes y gestores.
Las dos definiciones menos compatibles son la de emprendedor y de gestor, quizás porque se necesitan uno al otro y porque en la gran mayoría de empresas su fundador, el emprendedor, termina necesitando los servicios de un gestor. Un emprendedor se dedica intensamente para desarrollar su negocio a través de una constante innovación, y puede emplear un gestor con el fin de realizar funciones como el establecimiento de objetivos, políticas o normas. Un gestor no puede sustituir a un emprendedor porque tiene que trabajar de acuerdo con las directrices establecidas, la innovación constante no existe y da primacía a su visión científica y matemática de la gestión.
En este contexto, el emprendedor es el propietario y asume todos los riesgos presentes en el funcionamiento de una organización, mientras que el gestor es un empleado y no acepta ningún riesgo. Derivado de estas características podemos concluir que sus motivaciones también son distintas: la recompensa de un emprendedor viene en forma de ganancias o de dividendos, mientras que la recompensa de un gestor viene en forma de salario o promociones.
Aun así, puede y debe existir en un emprendedor la capacidad de gestionar y de tener una visión real de su negocio. Esa capacidad está enteramente ligada al hecho de delegar funciones. Contratar un gestor que asuma todas las funciones científicas del entorno de una dirección es un excelente acto de gestión. En ambos casos es necesario tener un papel de liderazgo una vez que comparten la responsabilidad de conducir equipos y llevarlos a lograr objetivos.
Es más natural encontrar en un emprendedor algunas de las calidades necesarias para ser un buen líder. El hecho de trabajar para alguien que eventualmente haya descubierto un nuevo negocio o producto y que intenta ponerlo en marcha sin importar el grado de dificultad de sus objetivos es por si emocionante, motivador y movilizador. Si a eso el emprendedor consigue aliar un entorno de libertad creativa y laboral, crece la probabilidad de suceso de su negocio, sus objetivos y de su capacidad de liderazgo.
El gestor puede esencialmente tener dos tipos de enfoque a la hora de conducir su equipo. Elegir entre ser un líder o un jefe. La segunda opción es la más común, las características naturales de un gestor se adaptan mejor a las de un jefe. Su visión científica y matemática de la evolución del negocio depende directamente de la productividad de sus empleados, empleados que, de acuerdo con esta visión apenas necesitan como motivación su salario. Intenta así lograr sus objetivos por obediencia. Aunque probablemente no potencie todas las capacidades de sus recursos humanos es perfectamente posible, y así lo demuestra la mayoría del mercado laboral, que la empresa logre sus metas con este tipo de liderazgo.
Adaptar un perfil de líder a un gestor es una tarea más complicada. No comparten muchas características, un gestor no cuestiona las directrices, y intenta adaptar su equipo a su modelo de crecimiento. Pero todavía es posible encontrar un equilibrio entre directrices empresariales y la movilización natural de un empleado. La creatividad y espíritu de iniciativa presentes en un bueno equipo de trabajo no necesitan ser anuladas por las metas matemáticas. El capital humano debe de formar parte de ellas, y su libertad incentivada para lograrlas de forma más coherente y cohesiva. Hoy en día las empresas tienden a acercarse más a este modelo.
¿Puede alguien ser emprendedor, gestor y buen líder a la vez? Sí, aunque sea necesario encontrar un punto de equilibrio donde los tres puedan coexistir, como si las características de cada uno se pudieran interceptar en un diagrama de Venn. El emprendedor, ya de origen con algunos aspectos intrínsecos a un buen líder, tendrá necesariamente que evolucionar, al mismo tiempo que su proyecto crece, y tomar más decisiones de gestión pragmática haciendo un esfuerzo para no olvidarse de las necesidades de los recursos humanos de su proyecto.
